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Quiero rendir un tributo especial a mi madre, a quien va dedicado este libro. Como un Noé cariñoso,
entusiasta y comprensivo, ha guiado hábilmente su navío lleno de extraña prole por los tempestuosos
mares de la vida, siempre enfrentada a la posibilidad de un motín, siempre sorteando los peligrosos
escollos del despilfarro y la falta de fondos, sin esperar nunca que la tripulación aprobase su manera de
navegar, pero segura de cargar con toda la culpa en caso de contrariedades. Que sobreviviese al viaje fue
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G e r a l d D u r r e l l M i f a m i l i a y o t r o s a n i m a l e s
un milagro, pero logró sobrevivir, y lo que es aún mejor, con la cabeza más o menos indemne. Como
señala con razón mi hermano Larry, podemos estar orgullosos de cómo la hemos educado; ello nos honra.
Que ha alcanzado ese feliz nirvana en donde ya nada escandaliza ni sorprende lo demuestra el siguiente
hecho: hace poco, estando sola en casa durante un fin de semana, se vio agraciada con la llegada súbita de
una serie de jaulones portadores de dos pelícanos, un ibis escarlata, un buitre y ocho monos. Otro mortal
de menor talla habría desfallecido ante el panorama, pero Mamá no. El lunes por la mañana la encontré en
el garaje perseguida por un iracundo pelícano al que intentaba dar sardinas de una lata.
—Cuánto me alegro de verte, hijo —jadeó—; este pelícano tuyo es un poquito difícil de manejar.
Al preguntarle cómo sabía que los animales me pertenecían, replicó:
—Claro que supe que eran tuyos, hijo; ¿a qué otra persona se le ocurriría enviarme pelícanos?
Donde se ve lo bien que conoce al menos a un miembro de la familia.
Finalmente, quisiera dejar bien sentado que todas las anécdotas sobre la isla y los isleños son
absolutamente verídicas. Vivir en Corfú era como vivir en medio de la más desaforada y disparatada
ópera cómica. Creo que toda la atmósfera y el encanto del lugar quedaban pulcramente resumidos en un
mapa del Almirantazgo que teníamos, donde aparecían con gran detalle la isla y las costas adyacentes. Al
pie había un recuadnto que decía: «Aviso: Dado que las boyas que señalan los bajíos suelen estar fuera de
su sitio, se aconseja a los marinos que estén bien atentos al navegar por estas costas.»

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